lunes, 17 de septiembre de 2018

El corazón y el aire, del libro "Cicatriz de Vuelo"



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El corazón y el aire

A la boca me viene todo el sabor del cobre

–amarga sortija alrededor de la lengua–

cuando intento, contra el sonido neutral de las estatuas,

abrir fuego en el pecho de la tierra firme.


No quiero engañarme con tus callejones ciegos

(la luz está en el vuelo, con sus altas cornisas);

con tu arcilla glacial, salpicada de rincones

desde donde robarnos poco a poco las fuerzas

o medirnos el brillo de los ojos

(Esa derrota pesaría como un ángel).


Dejadme extender mi corazón sin peso,

desobediente al sur original que nos reclama.

Entregarme a ese jardín gaseoso

donde mi sed, sin cáscaras, llamando a cualquier puerta,

encontrará brazos abiertos, como torrentes invasores,

en la prohibida dimensión del aire.

Tocar la tímida burbuja

que alzada sobre el rostro árido del tiempo,

deje caer su frondosa biografía,

como espada de luz que corte el mar en rebanadas

de pequeños misterios.


Sentirme deshecho en transparencias,

palpitantes como nácares en carne viva,

donde lleve el jazmín a lo más alto su genital impulso

de noche nupcial ahogada en caricias.

Gozar las estructuras del sueño, llenando los pulmones

con limpias intemperies o furiosa paz de menta;

desde donde despega el corazón, porque sabe

que la sangre se hizo para el ala.

Autor,  José Luis Rico