viernes, 7 de septiembre de 2018

Dominios de la noche, del libro "Cicatriz de vuelo"










Dominios de la noche

 



La oscuridad invita un corazón de plomo;

una sangre por los ojos de caracol cerrado

o, porque tú conoces el modo de hacer labios

la sombra,

un crepúsculo hueco en tu piel acurrucada.





¿Acaso tientas la idea de hacer peces los labios;

de darle a la caricia cierto temblor de plata;

de ponerte al cuello una sílaba triste

o golfo de jazmines

a toda una tierra de negros terraplenes?





¡Aquí me tienes!

Mis silencios dejarán puñaladas de carne

entre ese bosque cano de goteadas transparencias;

penetrarán sin remedio en tu cuerpo de paloma

como niños lascivos

inconscientes.

Sé que voy derecho a tu suicidio:

despertarán las lunas sus hondas destrucciones,

lanzando envidia o tinta a tu coágulo de nieve;

o mi torpeza gris pretenderá cubrirte

y devolver a la noche sus dominios.





Puedo sentirte de un negro impreciso

o secreto como una forma interna;

ignorancia o cráter o talón dañado.

Y me hubiera vuelto sordo a tus orillas

como un mar retirado…

Pero encontré de pronto un aguijón

de leche suplicante

yendo y viniendo hasta la punta de la boca,

como un mar elástico y continuo

jugueteándome sabores en la lengua…





Oh, capacidad de pluma de golpe convertida en hundimiento;

floración hecha murmullo, donde la piel,

creciéndose,

quiso unirse a esa guerrilla sorprendida

de minúsculo rocío;

sentir un ángel en la punta de los dedos.

Y romperse la voz; preñarse;

afeminarse, para encontrar el centro de la vida.

Autor,  José Luis Rico