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A tu sangre
(pequeña historia de una espera)
A tu
sangre, casi en casa,
mis
nervios
se aceleran sin suerte
cuando
el apático reloj no deja de mirarme.
Horas
y
horas: ruidos necios
que
no dejan escuchar tu empeño.
Y tú
vuelas, atropellas,
gaviota
perdida en el Oeste,
los
lentos movimientos de la esfera.
Por
tu sangre, casi en casa,
el tiempo,
estúpido
patán,
no
sabe escribirse con minúsculas.
Horas
y
horas: negros velos
que
ensucian la espuma de tus prisas.
Y yo
araño, escarbo,
roedor
al otro lado de su vida,
en
los minutos múltiples y espesos.
A la
sangre –tuya y mía–
un
segundo
le
parece historia futura o trasmañana…
¡Cuando
ya casi estás aterrizando!