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"Camino a la esperanza"
A este lado de la sangre
Pisando
tierra hasta entender el idioma del barro,
mientras
copio la música con que responde la sangre,
me
digo que el tiempo se marchitó por no elevarse.
Porque
nada es efímero si flota;
si,
conocida la forma y su silencio, abandona
la
herida original del suelo.
Esto
lo sabe el amor,
y no
lo calla.
Es
sólo que hay sordos, como hay días de frío
en
medio del verano.
Abriendo
los sueños –no los ojos– al espacio,
mientras
siento que quien besa es el beso
y no
la boca,
entiendo
que la vida no se rinde; la rendimos.
Porque
todo es mortal si no es soñado;
si
no es más de lo tangible y lo directo.
Esto
lo saben los niños,
y lo
gritan.
Es
sólo que estamos siendo viejos,
como
es viejo anteayer –casi mañana–.
A
este lado de la sangre,
se
levantan los pulmones sin miedo al horizonte
que
sobre sí termina, y estrangula
lo
que en el vientre pudo ser una palabra
fuera
de las sombras
y la
cárcel.
En
esta paz, el hierro, la piel, el océano…
hasta
una lágrima… ¡quizás, hasta la muerte!
pierden
su densidad.
Y
silencia la raíz su condición de nudo.
Y se
descomponen los puntos cardinales:
El
Norte al aire; el Este, el Oeste; el Sur al aire.
Aquí.
Aquí
es; aquí
donde
acaricio profunda la esperanza
de
que el hombre comprenda para qué son los labios.
Autor, José Luis Rico